Es común escuchar que las personas hablan sobre duelo y luto como si fuera la misma cosa, como si guardaran el mismo significado; pero la verdad es que tienen un significado diferente.
Sobre el duelo
El duelo es la respuesta emocional ante la pérdida, este tiende a presentar etapas de dolor evidenciados por distintos estados emocionales, algunos de ellos son: el choque, la confusión, la negación, la ira, la tristeza, la rabia, la depresión, el aislamiento, entre otros.
El duelo que es llevado de manera sana saca y se separa de todo el dolor de manera natural. Esto lleva a la persona a la aceptación de la pérdida, llegando con ello a la paz y tranquilidad, pudiendo así continuar su vida de manera normal.
Tras la pérdida, el cerebro no puede procesar el dolor de manera inmediata, es ahí cuando el duelo es el mecanismo que se tiene para poder ordenar lo sucedido. Esa comprensión y asimilación, será más dura y conllevará más trabajo, si la pérdida ocurrió de manera inesperada o repentina.
Hay que hace hincapié que cuando se habla de pérdida, esta no solo se refiera a perder aun ser querido a causa de la muerte. La pérdida también puede ocurrir al terminar una relación, perder el trabajo, las posesiones, la casa, la salud, los sueños, amigos, entre otras cosas que importan. Lo que ocurre, es que estas pérdidas pueden vivirse como muerte, estos sucesos requieren duelo y luto.
Lo verdaderamente importante, es que no importa qué tipo de pérdida se haya sufrido, se debe de permitir y propiciar un espacio y tiempo para sanar de la mejor manera. Dejar fluir las emociones, que salgan, serán muchas, no se deben reprimir.
La experiencia dice que es mejor sentirlas a su máxima expresión, ya que esa es la mejor manera de sacarlas para que queden fuera. Las emociones escondidas no dan espacio a la tranquilidad o la paz. En cualquier momento surgen, y en el tiempo menos pensado vuelven a provocar dolor.
Sobre el luto.
El luto es el proceso que se vive para poder enfrentar el vacío que genera la pérdida. Es el tiempo que se toma para adaptarse a la falta de la persona, y ver como es vivir la vida sin esta. Es pues el tiempo de adaptación de la persona y los cambios que esto produce.
El luto resulta ser un tiempo de reflexión profunda, así como de introspección, es bueno permitirse sentir estos pensamientos. Es tiempo de amor, de recordar, de clarificar la mente, de tener compasión, de ser sabios.
Es un tiempo que da la oportunidad de aprender, de crecer personalmente, de sanar desde lo profundo del ser. La pérdida por más dolorosa que sea, lleva consigo una evolución del ser y del alma.
Finalmente, tanto el duelo como el luto son procesos de auto curación, que no se deben pasar por alto; sino vivir plenamente y a conciencia. Cada uno cumple una función importante en la aceptación de la pérdida. Ambos sirven para sanar la mente, el corazón y el alma.