La manera que la gente tiene para enfrentarse a la muerte y entenderla, ha ido cambiando a lo largo de los años. Esto debido a los movimientos culturales, sociales, económicos, religiosos… Lo único que se ha mantenido ha sido ese respeto y miedo que esta impone.
Asimismo, el tratamiento de los cadáveres y lo que se hace con ellos ha evolucionado a lo largo de los años. Por ejemplo, los cementerios no siempre fueron como los entendemos ahora.
Cómo se enterraba a los difuntos en el pasado.
En España fue hasta la mitad del siglo xix cuando se empezaron a construir cementerios en las afueras de la ciudad. Aunque desde finales del siglo xvii existían clausulas en donde se prohibían los entierros en las iglesias.
Para aclarar lo anterior retrocedamos un poco, y expliquemos: la costumbre era enterrar a los muertos dentro de las iglesias. Pero fue precisamente en el siglo xvii, el siglo de la ilustración, que se empezó a denunciar lo antihigiénico de los entierros. Y es que la insalubridad se hacía evidente, ya que cada vez era más común que las personas adquirieran enfermedades contagiosas al asistir a las iglesias. Por lo que, al no poder seguir negando esta verdad, comenzaron a prohibir el interior de las iglesias como cementerios.
La solución era enterrar a los muertos en las afueras de la ciudad.
Me gustaría hacer un paréntesis, y comentar que en España, el entierro no siempre fue dentro de la iglesia, ya que los godos hacían sus entierros fuera de la ciudad. Fue en pleno Medievo cuando se empezó a generalizar el entierro dentro del recinto religioso. Así, la vida y la muerte se reunía en la iglesia.
Por supuesto, solo los que contaban con cierto nombre podían acceder a ese privilegio. Para las personas del pueblo existían los cementerios afuera o cerca de las iglesias.
Por supuesto esta costumbre se debió, o mejor dicho, se mantuvo, por cuestiones tanto religiosas como monetarias. Recordemos que en ese tiempo la iglesia era la encargada de los entierros.
Igualmente, las iglesias no se daban abasto para enterar a tanto muerto, sobre todo en épocas de epidemias, por lo que desenterraban a los muerto que aun no terminaban de descomponerse totalmente y los movían a los osarios. Lo que evidentemente generaba un foco de infección inmenso.
La instauración de los cementerios fuera de las ciudades tardaría en establecerse, ya que existía un fuerte arraigo de las tradiciones y creencias en los españoles. Hasta ese momento, vivos y muertos habían convivido de manera cercana.
Pero el cambio no solo existió en el lugar en donde ahora reposarían los muertos, ya que en la transición del siglo xix al xx, la iglesia ya no se haría cargo de los cementerios ni entierros, ahora esto estaría a cargo de los gobiernos municipales y civiles.
Finalmente, la evolución de los entierros no para, un ejemplo es la incineración, la cual tomo fuerza en el siglo xx y xxi, y dentro de esta costumbre que se ha hecho cada vez más popular, existen tendencias, que poco a poco se van afianzando y dejan atrás lo tradicional, es decir, poner las cenizas en algún nicho o enterrarlas.
Habrá que esperar y ver, cual será el siguiente cambio en cuanto a entierros se refiere.