Los acontecimientos curiosos y peculiares que han existido a lo largo de la historia, son varios, pues las personas han creado ceremonias y rituales desde hace siglos para despedir a sus muertos.
Por eso aquí en este artículo continuaré hablando de estos sucesos extraños ocurridos alrededor de la muerte y su industria.
Para prevenir la propagación de la enfermedad, las autoridades ingleses ordenaron abrir fosas para que los cadáveres de las personas enfermas fueran depositados. No se permitían visitantes, tampoco realizar ceremonia religiosa para el difunto. Sin embargo, existieron historias de personas que estaban al borde de la muerte, y que por causa de las autoridades, que no querían que la enfermedad se propagara, fueron enterradas vivas.
Existe una tradición llamada jiǎngǔ en Taiwán y partes de China, esta consiste en exhumar los cuerpos después de pasados años de su entierro, esto se realiza con el motivo de limpiar y secar los huesos. Una vez limpios vuelven a ser enterrados, pero ahora dentro de una olla de cerámica.
Este ritual da la oportunidad a las nuevas generaciones de cuidar de sus antepasados. La limpieza de los huesos no la pueden hacer las mujeres, ya que si estas se encuentran en su menstruación, se considera una blasfemia tener contacto con los huesos del familiar.
En una de las islas de Indonesia se acostumbra realizar un festival en donde se realiza la limpieza de cadáveres. El evento consiste en la exhumación de los cuerpos, limpiar los huesos, cambiarlos de ropa y dar un paseo con ellos por el pueblo. Literalmente es un desfile de muertos.
Los cuerpos desfilan por el pueblo a manos de sus familiares, es común que las comitivas se crucen en sus caminos. En realidad, la atmósfera, visto desde esta perspectiva resulta muy extraña.
Durante el siglo XIX estaba muy arraigado el temor de ser enterrado vivo, y sufrir lo que se conoce como entierro prematuro. Es por eso que se fabricó un ataúd de seguridad, el cual tenía una cuerda y al final de esta, existía una campana que daba a la superficie. De esta manera, si la persona enterrada resultaba estar viva, podría dar aviso; y mientras esperaba para ser sacada, podía respirar a través de un pequeño agujero que dejaban para que pudiera entrar aire fresco.
Los ataúdes comenzaron a ser enterrados a seis metros bajo tierra. Tras varias pruebas, se comprobó que esa profundidad era la perfecta para que animales no pudieran desenterrar a los cadáveres, también se evitaba propagar las enfermedades infecciosas que pudiera tener el cuerpo. Sin embargo, hoy en día las tumbas suelen tener una profundidad de cuatro pies, aunque esto varía dependiendo de la geografía del lugar. La profundidad a variado, ya que los ataúdes que se fabrican ahora son más fuertes que en el pasado.
En el año 1800, los ataúdes de metal eran los más populares, ya que las personas de la alta sociedad los consideraban como un método de protección para los saqueadores de tumbas.
Sin embargo, a lo largo de los años el material con el que se ha construido los ataúdes ha ido cambiando, se han utilizado materiales como: bambú, del mimbre, vidrio, madera, hierro fundido, acero, bronce y hasta oro.
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